En el contexto de las violencias que sufren las mujeres en México, uno de los tipos más alarmantes y muchas veces invisibilizados es la violencia obstétrica. Según datos del
Estudio Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, un alarmante 31.4 % de las mujeres entre 15 y 49 años que tuvieron un parto o cesárea entre 2016 y 2021 experimentaron algún tipo de violencia durante el proceso de atención médica. Este dato refleja una problemática estructural en el sistema de salud que afecta gravemente la integridad física y emocional de las mujeres al momento de dar vida.
La violencia obstétrica en cifras
En total, más de 7.8 millones de mujeres mexicanas entre 15 y 49 años vivieron esta violación a sus derechos reproductivos, destacando la diferencia de trato según el tipo de atención médica recibida. La violencia fue más prevalente en los hospitales o clínicas del sector público, donde el 37.9 % de las mujeres reportaron haber sufrido maltrato, en contraste con el 15.1 % en el sector privado.
Entre los actos más comunes que constituyen la violencia obstétrica, el 11.0 % de las mujeres indicó que fueron gritaron o regañaron, mientras que un 9.7 % fue presionada para aceptar procedimientos quirúrgicos como la colocación de un dispositivo anticonceptivo o una operación para impedirle tener más hijos. Además, un 9.0 % experimentó ignorancia por parte del personal médico cuando solicitaban información sobre su parto o la salud de su bebé, y un 8.0 % señaló que la demoraban en la atención, acusándolas de exagerar al quejarse de dolores. Otro de los actos más denunciados fue la imposición de posiciones incómodas durante el parto, con un 7.2 % de las mujeres afectadas.
Un crimen silenciado en el sistema de salud
La violencia obstétrica es una manifestación de un sistema de salud que no solo es insensible, sino que a menudo es indiferente a las necesidades y derechos de las mujeres. La presión social para que las mujeres sean “buenas madres” y “obedientes” en el parto contribuye a la perpetuación de prácticas deshumanizantes. Sin embargo, el impacto va más allá de lo físico. Las secuelas emocionales y psicológicas de este tipo de violencia pueden perdurar durante años, afectando la relación de las mujeres con sus propios cuerpos y con sus hijos.
El hecho de que el 31.4 % de las mujeres mexicanas haya sido víctima de violencia obstétrica evidencia una grave falta de respeto a los derechos humanos reproductivos y una negligencia del sistema sanitario. Esta violencia es un crimen moderno que atenta contra la dignidad de las mujeres en el momento más vulnerable de sus vidas, cuando se encuentran en pleno proceso de dar vida.
La violencia estructural en la sociedad
Además de la violencia obstétrica, las mujeres mexicanas enfrentan otras formas de violencia en su día a día. Según la ENDIREH, un 14.6 % de las mujeres de 60 años y más experimentó algún tipo de violencia dentro de su hogar entre octubre de 2020 y octubre de 2021, mientras que el 29.9 % de las mujeres privadas de la libertad en 2021 reportó haber sido amenazada con hacerle daño a sus familias, un acto que resalta la violencia estructural y sistémica que las afecta en diferentes ámbitos de la vida.
Es fundamental reconocer y visibilizar todas las formas de violencia contra las mujeres, especialmente la obstétrica, para poder erradicarla y garantizar que todas las mujeres puedan ejercer sus derechos reproductivos con dignidad, respeto y autonomía. La violencia obstétrica es un claro ejemplo de cómo el sistema de salud, lejos de ser un espacio seguro para las mujeres, puede convertirse en un lugar donde se les despoja de su humanidad.
Es imperativo que la sociedad, las autoridades y los profesionales de la salud trabajen en conjunto para erradicar estas prácticas y garantizar que las mujeres puedan ser madres sin tener que vivir un crimen de violencia institucionalizado.