“Yucatán enfrenta una alarmante tasa de defunciones: los asesinos silenciosos detrás de las muertes”

A pesar de ser reconocido como uno de los estados más seguros y pacíficos de México, Yucatán enfrenta una triste realidad en cuanto a mortalidad. El estado, considerado un santuario en medio de la violencia que azota a muchas otras entidades, ocupa la sexta posición a nivel nacional en número de defunciones, solo detrás de estados como Chihuahua, Colima, Morelos, Quintana Roo y Tabasco, según datos recientes del INEGI.
Lo que podría parecer contradictorio en un lugar conocido por su tranquilidad es la tasa de muertes atribuibles a enfermedades crónicas no transmisibles. Las enfermedades del corazón, la diabetes mellitus y los tumores malignos han sido identificadas como las principales causas de defunción tanto para hombres como para mujeres en todo el país. Estos padecimientos, aunque invisibles y silenciosos, se han convertido en los “asesinos” que arrebatan miles de vidas cada año. Yucatán no es ajeno a esta realidad, y las estadísticas revelan que, en lugar de reducirse las muertes en un estado caracterizado por su seguridad, los problemas de salud continúan cobrando vidas a un ritmo alarmante.
En términos específicos, Yucatán tiene una tasa de 526.4 defunciones por cada 100,000 habitantes de otras entidades que fallecen en la región, mientras que para los yucatecos originarios, esa cifra asciende a 515.7. En contraste, la media nacional de defunciones es de 453.9 por cada 100,000 habitantes en 2024. Estos números no solo destacan la preocupante posición del estado en cuanto a mortalidad, sino que también ponen de manifiesto las profundas brechas en el sistema de salud pública, la prevención de enfermedades y la educación sobre hábitos saludables.
El aumento de enfermedades crónicas en Yucatán no es un fenómeno aislado, ya que está vinculado a factores como el estilo de vida sedentario, la alimentación poco saludable y la falta de acceso oportuno a atención médica. A pesar de la baja violencia, las muertes provocadas por estos “asesinos silenciosos” siguen afectando a una gran parte de la población yucateca.
Este contexto llama a una reflexión urgente: la seguridad no siempre garantiza una vida larga y saludable. Las autoridades y la sociedad deben trabajar juntos para enfrentar la creciente prevalencia de enfermedades crónicas, implementando políticas públicas más efectivas en prevención y promoción de la salud.