Inaugura el Museo Macay ciclo de exposiciones de artistas yucatecos

Por: Roberto Ojeda A partir del 29 de julio el Museo Fernando García Ponce-Macay inaugurará un nuevo ciclo de cinco exposiciones temporales julio-septiembre, contribuyendo así a la cartelera cultural de verano para los yucatecos. Las exposiciones cuentan con 17 obras que incluyen esculturas, relieves e instalación (“Inferfaz cielo y tierra”, es una instalación sonora), las piezas están realizadas en su mayoría con técnicas como: cerámica alta temperatura barro desnudo y esmalte o cerámica alta temperatura óxidos y esmalte. Las pinturas son creaciones de cinco artistas yucatecos, como son Ilse Gradwohl, Juan García Ponce se Glosia Carrasco, David Sierra y Francisco Martín, quienes pretenden mostrar el talento local en artes como la pintura o la escultura. Horizontes, título de la exposición que presenta Ilse Gradwohl (Gleiscorf, Austria, 1943) hace una revisión de los últimos seis años de trabajo de la pintora, a través de 20 obras, entre óleos y monotipias. Sobre su obra, Juan García Ponce escribió: “Hay un estado de silencio y una necesidad de romperlo”. La belleza de los cuadros que conforman esta exposición es innegable: son los desprendimientos del silencio de la artista. Por otra parte, El paisaje como proceso, es una exposición que reúne una selección muy cuidada y representativa del trabajo artístico de la ceramista mexicana Gloria Carrasco, quien estudió arquitectura y la Maestría en Urbanismo. Asimismo, el artista yucateco, David Sierra, comparte en la muestra Bisnes de la guerra algunas de las reflexiones que caracterizan su obra: “vivimos inmersos en un sistema en el cual sólo importa la oferta, la demanda y la plusvalía, tan sólo para el beneficio de unos cuantos individuos: se trata de un sistema económico infinitamente canalla. Y en un mundo donde el dinero es verdadera religión”. Psicografías. Retrato del Padre, es una serie de cartografías fotográficas realizadas por Francisco Martín, quien comparte con el público la búsqueda íntima pero universal de la figura paterna; la fotografía se vuelve así un catalizador para abordar conflictos existenciales, teóricos y estéticos que el autor plantea como una experiencia somática a los espectadores.
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