La reciente firma de un contrato entre la Tesorería de la Federación (Tesofe) y el Banco del Bienestar ha dado un nuevo giro a la manera en que los mexicanos pagarán sus impuestos y contribuciones federales. A partir de ahora, el Banco del Bienestar, con su red de más de 3,000 sucursales, se convierte en un aliado del gobierno para facilitar la recaudación de recursos federales. Una medida que, lejos de ser un avance hacia una mayor comodidad para el contribuyente, plantea interrogantes sobre la eficiencia y la justificación de este nuevo canal para pagar “lo que ya sabemos que no podemos evadir”.
Con la firma de este contrato, los mexicanos no solo tendrán que seguir cumpliendo con sus obligaciones fiscales, sino que ahora también deberán hacerlo en las oficinas de una institución que, en lugar de simplificar el proceso, podría terminar haciendo aún más engorrosas las gestiones que ya de por sí resultan tediosas. El Banco del Bienestar, institución creada en un inicio para promover la inclusión financiera en sectores marginados, pasa ahora a ser el brazo ejecutor de una recaudación que, en muchos casos, se percibe como un mecanismo de control más que como un servicio real a la ciudadanía.
El Tesorero de la Federación, Roberto Fernández González, se mostró optimista al asegurar que los contribuyentes ahora tendrán “facilidad” para realizar sus pagos. Sin embargo, ¿es realmente una mejora para los ciudadanos que deben ahora acudir a una de las más de 3,000 sucursales de un banco que, si bien ha avanzado en cobertura, sigue siendo percibido como una institución de alto riesgo para quienes no se sienten cómodos con sus políticas o servicios?
Por su parte, Víctor Lamoyi Bocanegra, director general del Banco del Bienestar, destacó que la medida responde a la meta de “inclusión financiera”. Pero es importante cuestionarse: ¿Incluir a los ciudadanos a pagar más rápido lo que deben? No es una verdadera inclusión cuando las tasas de satisfacción del cliente en muchas de estas sucursales siguen siendo cuestionadas, y cuando el servicio aún no está completamente consolidado en términos de confiabilidad y accesibilidad.
Aunque el director menciona que los pagos se podrán realizar en “más de 2,700 localidades de las 32 entidades federativas”, lo que parece ser una buena noticia en términos de accesibilidad, la realidad es que para muchos mexicanos, el verdadero obstáculo sigue siendo la percepción de que el pago de impuestos es una carga más que una responsabilidad cívica.
Y, como es habitual en estos anuncios, el gobierno nos recuerda que podemos consultar el Directorio Oficial de Sucursales para conocer la ubicación más cercana. Pero en la práctica, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Por qué no hacer el proceso más simple, sin que sea una obligación de pasar por ventanillas interminables de un banco público que, en lugar de acercar servicios, parece que más bien obliga a los ciudadanos a un trámite más burocrático en el que el costo de la espera es un recordatorio de lo que el sistema fiscal de México aún debe mejorar?
Al final, los mexicanos pagarán lo que deben, como siempre, pero esta vez en un lugar más. Lo que queda claro es que en este país, “pagas porque pagas”, y ahora en el Banco del Bienestar, el ciclo sigue siendo el mismo: solo cambia el intermediario.