Morena y su fracaso legislativo en Yucatán

Por: Fernando Simones
La despenalización del aborto en Yucatán no fracasó por falta de argumentos. Fracasó por falta de oficio político. Y los responsables tienen nombre y apellido: los diputados morenistas y sus asesores.
Una vez más, demostraron que tener la mayoría no es lo mismo que saber gobernar. Que gritar consignas en campaña no alcanza cuando se necesita estrategia, diálogo, inteligencia y, sobre todo, convicción.
¿Qué hicieron los legisladores de Morena? Nada. Ni construyeron puentes, ni generaron consensos, ni ejercieron presión efectiva. Se sentaron a esperar que el cabildo cayera del cielo, como si los derechos humanos pudieran legislarse por inercia. Como si bastara con levantar la mano en redes sociales y no en el Congreso.
Y qué decir de sus asesores, quienes supuestamente están ahí para marcar el rumbo técnico y político. ¿Dónde estaban? ¿Qué estrategia propusieron? ¿Quién pensó que sin trabajo territorial, sin presión política real, sin convencer ni siquiera a sus propios aliados, se podía aprobar una reforma de este calibre?
El resultado: derrota. Silencio. Cobardía parlamentaria.
No se puede pedir justicia para las mujeres mientras se negocia en lo oscurito o se actúa con tibieza cuando más se necesita firmeza. No se puede hablar de transformación si se legisla con miedo.
Los derechos no se mendigan, se conquistan. Y hoy, la bancada de Morena en Yucatán falló rotundamente en esa misión.
Fallaron por falta de visión. Fallaron por falta de estrategia. Fallaron por falta de agallas.
Y mientras ellos juegan a ser políticos, miles de mujeres siguen en riesgo. Siguen criminalizadas. Siguen siendo invisibles para un Congreso que prometió justicia y entregó excusas.
Morena vino a cambiar la historia, dijeron. Pero en Yucatán, lo único que cambiaron… fue de postura.
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