El que mucho se ausenta… o cómo América es un zoológico en su centenario
La vida tras un balón

Tras una ausencia de un mes por distintas razones, regreso para dar más lata. Definitivamente, lo más difícil al escoger el tema centra de la columna, al haber pasado tantas cosas en este tiempo, fue dejar de lado los sentimientos que me causaron los diferentes eventos acontecidos. Empezaremos de lo más reciente hasta lo de más atrás, para que podamos recordar juntos y debatir acerca de lo que sucedió en este trepidante mes de agosto. Venados da pena propia Así es. La directiva de Venados lo hizo: al fin nos deshicimos del lastre llamado Marcelo Leaño y trajimos a un técnico de verdad. Lo malo es que ni así se gana en el mayab. Celaya vino a pasearse a Mérida y los tundió 5-0. Fácil, sin meter las manos, el conjunto astado da pena. Y como repito, es propia. Porque sabemos que es nuestro equipo, pues a pesar de que le vayamos al América o a las Chivas, los Venados (y los nombres que le pongan, como Atlético Yucatán, Venados FC y cuanta sandez se les ocurra) serán los embajadores de nuestro futbol, el equipo en el que nuestros niños quieren jugar cuando crezcan y al que apoyamos aunque no vayamos al estadio. En fin, esta semana debe ser de mucho aprendzaje y valor para los dirigidos por José Luis Sánchez Solá, el carismático Chelís. Por cierto, antes de que me reclames que a Chelís sí lo quiero y a Leaño, no, pues te diré que es verdad, pero a Sanchés Solá tengo razones para quererlo en el equipo, y como muestra de un análisis futuro te diré que basta con saber que es dos veces campeón de ascenso. Pero bueno, ese es otro tema que esperemos aguante un poquito más, ya que como dije, esta columna será de breves muy breves. El América da pena… ah, ese título ya lo puse Perder con el rival más odiado es vergonzozo, humillante y suficiente para echar a un técnico. Ahora, ¿qué pasa si es por goliza, en tu casa, en tu aniversario y dando el peor juego del año? Pues obviamente, quedas en ridículo mundial. Justo eso le pasó a las poderosísimas Aguilas, quienes mostraron que aún con 11 no pudieron con unas Chivas dinámicas, rápidas, ágiles, pero sobre todo, voraces. Este Guadalajara podrá ser parco, corto de plantel, a veces hasta gitanón, pero de que cuando hay que sacar las garras las sacan. Ojalá, por el bien de la selección, que los chamacos de Almeyda mantengan su nivel, que Brizuela sea este, el que conocemos, no el que desperdició Chepo; que Orbelín se mantenga como el mejor medio mixto del futbol mexicano. Y bueno, al América ahora sólo le queda coronarse, porque cualquier cosa menos que eso será considerado un fracaso centenario. Sorteos que dan más premios que la Lotería Se acabaron los playoffs de la Champions League. Quedaron fuera algunos equipos “poderosos” en papel, como Olympiakos, Roma o Villarreal, pero se puede decir que será una fase de grupos muy divertida. La próxima edición de esta columneja, justo antes de la primera fecha, haremos un análisis con consciencia, no como los que hacen otros medios donde solo repiten los juicios de diarios nacionales y extranjeros y ya con eso creen que son expertos. México, lets go! Pues después de un 7-0, más vale que venga un triunfo. Este viernes la selección mexicana regresa a la actividad y lo hace en El Salvador, donde se cuentan con las manos sus triunfos. Sin embargo, esta visita puede ser un bálsamo para todos: afición dolida, directivos nerviosos, jugadores apáticos y cuerpo técnico sin memoria. Este debe ser un emparejamiento fácil, basados en lo visto en la primera vuelta de esta fase eliminatoria rumbo a Rusia, y si además tomamos en cuenta que hasta los salvadoreños quieren perder para correr a su técnico, pues no podemos esperar gran resistencia. Ahora, les pondré un fragmento de lo que inicialmente era la columna de despedida a los Juegos Olímpicos, la cual por ser muy extensa estará dividida en tres fragmentos: Cuando una medalla no alcanza para medir el valor del deporte Recuerdo bien los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Aquella majestuosa inauguración, con un lanzador de flechas enciendiendo el pebetero y un equipo mexicano de fútbol que levantaba esperanzas, con algunos jóvenes que iban despuntando en el balompié de paga. Se creía que se traerían muchas medallas, teniamos buenos deportistas y aunque yo apenas pasaba los 10 años, leía y escuchaba cuanto comentario podía para ser un “experto” y gozar los deportes en esos espectaculares juegos, mis primeros como espectador maduro. Sin embargo, pasaban los días, las jornadas olímpicas y las pruebas y no ganábamos nada. Sí, muy parecido a los días que vivimos recientemente, pero peor porque llegamos a los dos últimos días, los de las pruebas de marcha, sin metal alguno. Y de pronto se hizo la luz en los 50 kilómetros de marcha. Un joven Carlos Mercenario se metió entre los grandes de la época y consiguió, en principio, un bronce, pero después de la descalificación del segundo lugar se volvió plata. En Atlanta, ya más maduro en conocimientos deportivos, igual sufrí. Una mísera medalla, de bronce, que llegó en los pies de Bernardo Segura en la caminata de 20 kilómetros. Esas, sin dudas, son las memorias más tristes que tengo en mi vida olímpica. Después de ellas vinieron jornadas menos aciagas, con Sidney y el bronce de mi ídolo Víctor Estrada y el oro de Soraya, Atenas regalándonos la primera ocasión en que dos hermanos se colgaban medallas en la misma justa; Beijing y su Nido de Pájaro, donde Memo Pérez y María Espinoza nos regalaron dos aureas. Londres vio a la selección mexicana darle la alegría a todo un país (algo que por más que querramos no logró ni logrará ningún deporte nunca). Empecé a escribir esta columna el viernes, resignado quizá por tener apenas una medalla. Poco a poco, mi alegría comenzó a resurgir con la valiosa plata de Lupita. Qué valor de esta mujer, que sola contra el mundo (deportivo) comenzó a caminar y liderar. Y lástima que la china tenía una amonestación menos, y que por eso se atrevió a rebasarla, que si no la nuestra se iba hasta el oro. Pero me quedo con lo que dijo al final: “No he logrado nada”. Cuánta humildad, cuántas ganas de ser alguien, cuánta hambre de triunfo. En ese momento pensé que quizás un bronce y una plata,en el fondo, no eran tan malos. También sentía mi corazón que María del Rosario Espinoza nos daría una más, por lo que pensé que tres serían una cosecha decente…. Hasta aquí con las vaciladas de esta semana. Gracias por aguantarme tanto tiempo y prometo que el balón seguirá girando… al menos en tu cabeza. Facebook: Eduardo Herrera Twitter: @Deprimeramid} Correo: eduardoherreracorrea@gmail.com Eduardo Herrera Ver más Eduardo Herrera Eduardo Herrera Columnista Deportes-04
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