
Violados y gays de clóset, agresores de las mujeres
Detrás de la Noticia

Por:Alfredo Martínez de Aguilar
Como homenaje a las mujeres del mundo, madres y maestras del hombre desde que éste apareció sobre la faz de la Tierra, dedico esta entrega a hurgar provocadoramente en el origen de la creciente violencia contra las mujeres.
Se trata de un aspecto hasta ahora poco observado científicamente en México en general y de manera particular en Oaxaca en el perfil psicoemocional de los agresores, violadores y feminicidas, lo que dificulta su identificación.
La mayoría de este prototipo de delincuentes, de entrada, son hijos fruto de violaciones de sus madres y, por tanto, son hijos no deseados, rechazados, y en muchos casos abusados o violados por su propio padre, madre o familiares.
Si ya de suyo es grave ser hijos no deseados ni amados, la formación de dichos niños por tales abusos o violaciones provoca en otros tantos casos un peligroso conflicto de personalidad y sexualidad en familias completamente disfuncionales.
En estas familias disfuncionales, muchas veces el padre o la madre anhelaban de manera enfermiza una hija y no un hijo varón, lo que también contribuye a generar un grave conflicto de personalidad y sexualidad en los niños y adolescentes.
Al reprimir su homosexualidad éstos muchachos se convierten en edad adulta en gays que no se atreven a salir del clóset y que, luego vuelcan su inestabilidad emocional en odio en contra de las mujeres al querer ser una de ellas sin serlo.
Esta cruda realidad y sombrío panorama en el que crecen exponencialmente las mujeres embarazadas por una violación, no hay otra salida que la educación sexual con valores humanístico universales, de respeto a la vida y dignidad.
De ninguna manera se trata de coartar su libertad sexual, sino que con base en la educación sexual de calidad, los jóvenes aprendan a hacerse responsables de su sexualidad de manera informada y consciente, sin complejos de culpa innecesarios.
Más vale prevenir que lamentar, enseña la sabiduría popular, refrán que trae consigo el abaratamiento de los altos costos en materia de natalidad, pero lo que es mucho más importante la reducción de los embarazos no deseados.
Alcanzar esta ambiciosa meta provocará, al mismo tiempo, que disminuyan la violencia intrafamiliar, las agresiones, violaciones y asesinatos de mujeres al reducirse, asimismo, los hijos no deseados, no amados y rechazados.
Este vicio de origen genera, por su parte, el resentimiento y odio contra la madre en particular y en contra de las mujeres en general en cuya imagen se vuelca la violencia física o psicológica pasando por la violación hasta llegar a la muerte.
Invirtamos, pues, pueblo y gobierno en la educación de calidad con valores humanísticos de las nuevas generaciones, desde el seno del hogar sin olvidar jamás que la educación se mama. Si educamos a las mujeres niñas y adolescentes educaremos a sus futuras familias.
Alfredo Martínez
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