Mérida, Yucatán a 8 de marzo de 2016.
Por: Diego Cervantes
Como único varón en una familia de mujeres, me ha tocado ver las fortalezas y debilidades de la mujer mexicana, observando cada día a mi madre y como ella se esforzaba para sacar adelante a nosotros sus hijos, también comprendí cuál es la diferencia entre hombre y mujer, y digo diferencia porque aún siendo iguales ante la ley, nadie puede negar qué hombre y mujer no son iguales como ser, ya que existen capacidades que cada uno posee y el otro no; un ejemplo de esto sería el don de dar vida, el embarazo.
El Día de la mujer lleva más de 100 años celebrándose; la historia nos indica que la primera vez en que este día se conmemoró fue el 19 de marzo del año 1911, con mítines en Austria, Alemania, Dinamarca y Suiza a los que asistieron más de un millón de personas, donde se exigía el derecho al voto de las mujeres, el derecho para ocupar puestos públicos, y el derecho a una formación profesional para obtener un trabajo en igualdad de condiciones que cualquier hombre.
No fue sino 40 años después que las mujeres obtuvieron el derecho a votar.
Fue hasta la Segunda Guerra Mundial que las mujeres de Europa se organizaron para llevar a cabo mítines en torno al Día Internacional de la Mujer haciendo pública su repulsión hacia la guerra que tenía lugar en ese momento.
El Día internacional de la Mujer aunque ya oficial en la Unión Soviética, era una fecha hábil para laborar y no se les permitía a las mujeres descansar en su día, tuvieron que pasar 20 años para que la URSS declare el 8 de Marzo como día inhábil laboralmente.
El Día Internacional de la Mujer ha sido promovido por la Organización de la Naciones Unidas desde 1975 para ser un día de reflexión sobre los progresos alcanzados en materia de garantizar los derechos de la mujer y su participación en el mundo actual.
En México, como casi en todo el mundo al marcar el calendario “8 de marzo”, todos conmemoramos a esas mujeres que dejaron huella en nuestras vidas celebrando a nuestras madres, esposas, hermanas, tías, abuelas, etc.
En un censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en el 2010 se arrojó que en México, la población femenina constaba de 57 millones de mujeres y más de la mitad eran madres de familia y que solo una sexta parte de esas mamás eran solteras. Una cifra verdaderamente impresionante que nos habla del verdadero valor de las mujeres en nuestro país.
Realmente México es un país “a toda madre” y sus mujeres lo han demostrado y defendido a capa y espada frente a sus hijos. Al caminar por las calles del centro de la ciudad notas que las yucatecas están más presentes que nunca en la vida cotidiana de la sociedad, en las escuelas, tiendas departamentales, hoteles y restaurantes.

Hasta en el transporte público los asientos son cada vez más ocupados por mujeres que están regresando a sus casas después de una jornada laboral para encontrarse al fin con sus familias.
El mundo está cambiando y las mujeres se van reinventando para demostrar que pueden realizar cualquier trabajo tan bien como cualquier hombre y a veces hasta mejor.
En el 2014 la esperanza de vida de las mujeres disminuyó 4 años, de 79 años pasó a ser 75 años, además según una investigación de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente mil mujeres mueren al día por complicaciones prevenibles del embarazo, ésta pretende ser una de las razones que explique esto.
En el 2011 el INEGI publicó que la edad promedio para casarse era de 25 años y los hijos que usualmente una mujer decide tener era entre dos o tres en la familia.
El INEGI también arrojó el dato de que el número de mujeres trabajadoras es menor al número de mujeres que se dedican al quehacer en la casa, siendo el campo del comercio “al por menor” donde existe mayor concentración de fuerza laboral femenina, y si del quehacer se tratara, se estima que el trabajo doméstico realizado por cada mujer de 12 años o más, equivaldría a 42 mil 500 pesos al año. Algunos pensarán “que bueno que no lo saben”.
Esto es tan cierto que si vas a la tiendita de la esquina, a la papelería y hasta en la cervecería, quien te atiende de seguro es una mujer porque si no puede trabajar en ningún otro lado por algún padecimiento o enfermedad, incluso por la misma edad, esto no es limitante para que siga buscando la manera de servir a su familia y sentirse ella misma una persona útil como cualquier otra.
Según una investigación realizada por el Observatorio Laboral de la Secretaría del Trabajo, el gran número de mujeres trabajadoras se sigue enfocando en el área de humanidades, siendo la carrera de “Formación docente para la educación básica y preescolar” donde la mayoría de las plazas son ocupadas por mujeres, las demás carreras son: Trabajo social, Enfermería, Diseño, Psicología, Pedagogía, Literatura y Ciencias de la educación todas con diferente porcentaje de profesionistas mujeres.
Las mujeres nos forman, nos capacitan y nos educan y aun así muchos insisten en creer que no tienen un papel importante en nuestras sociedad, ahora ya se ven mujeres en las carreras nunca antes pensadas como economía, mercadotecnia, derecho e ingeniería, ellas mismas se están probando en otras profesiones demostrando cada día su propia capacidad para el trabajo.
Todavía estamos lejos de alcanzar el 50-50 que tanto pelean las feministas pero es evidente que ya no se encuentran como al principio, la mujer ha sabido abrirse paso en este mundo. Solo esperemos que si algún día lo alcanzan, no olviden que hasta para tener una familia es necesaria la ayuda de un hombre.

Cada día el mundo se está creando una conciencia del verdadero valor de las mujeres, ellas quien muchas veces son llamadas “todólogas” están comprendiendo que sin su ayuda la sociedad no sería la misma, no habría buenas personas que llegaran a ser grandes simplemente porque su madre o su esposa siempre estuvo allí para apoyarles, alguien dijo una vez que detrás de todo gran hombre se encuentra una gran mujer.