Lo bueno, lo malo y lo feo

Círculo Rojo
Por: Iván Duarte
Lo Bueno
Siempre ha sido anhelo el cambio de régimen. Bueno y necesario es. Porque en el régimen que hoy vivimos, los excesos y la inequitativa oportunidad han llegado al colmo social. He ahí el motivo de los resultados electorales del pasado primero de julio.
Se tiene coraje por quien trabaja, por ejemplo, en la Comisión Federal de Electricidad (CFE), porque es bien sabido, que quienes trabajan ahí no pagan el consumo de su energía eléctrica (o al menos así era). Pero si la oportunidad nos sonríe y por alguna razón nosotros somos los beneficiados con ese favor laboral, entonces chitón. Enmudecemos y aprovechamos.
Tenemos un sistema, que ya no satisface, porque está corrompido. Porque secreto a voces es, la existencia de grupos empresariales favorecidos por el mismo, enriqueciéndose siempre cada vez más. De ahí que incluso muchos enlaces matrimoniales se den por conveniencia.
Obsoleto reflejo del sistema es, la existencia de un grupo de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) que difícilmente hayan jugado a favor del pueblo de México en la última década.
¡Y eh aquí un juego perverso!, por un lado el nuevo régimen jugando al juego que mejor sabe, poner a la sociedad contra algo, dividirla. Y es que en efecto, los altos salarios de los ministros, sin analizar el motivo de esos pagos, son una burla para la sociedad.
Por el otro lado, el viejo sistema, defendiendo la “democracia” tratando de mantener ese Poder de forma incólume. Mientras tanto, el pueblo en medio. Sin saber que la posición que tomemos, los que perdemos somos nosotros, el pueblo mexicano.
Si el nuevo régimen gana, entonces habrá de poner a sus piezas al frente de la SCJN. Si el viejo régimen triunfa, no se estará haciendo nada sino mantener a los mismos corruptos en la misma posición.
Verbo y gracia, quien ahora se disfraza de “austero” y cercano al pueblo, es el Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien asume una posición con fines de ganar la simpatía popular, para quedar al frente de la SCJN, y meter, como lo ha venido haciendo desde hace tiempo, los conceptos enarbolando supuestos “intereses del pueblo” como la aprobación del consumo de la marihuana, y como promotor de los matrimonios homosexuales.
¡Un juego perverso!, porque los dos sistemas juegan con la intensión social, inclinándola a su gusto. En este caso particular, ir en contra, como pide el nuevo régimen, ir a favor como pide el antiguo, o elegir esta “nueva opción” con Zaldívar, representa, para los tres casos, derrota social.
No obstante el cambio, mejor dicho, un cambio de régimen no solo es bueno, sino necesario y urgente.
Lo Malo
Nuestro nuevo Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, lo ha dicho. Es un cambio de régimen. Pero la pregunta obligada e inmediata es ¿A qué régimen debemos cambiar?, ¿por qué no lo dice claramente?
Y es que, como ya dijimos es necesario un cambio de régimen, México lo necesita. Pero al posicionamiento de la necesidad de dicho cambio, la lógica dicta, ¿Entonces si éste régimen fracasó, cual necesitamos?
Ha hablado de moral, pero ¿cuál moral?, ¿moral apegada a qué principio? Es difícil saber quienes son los padres del bebé, solo con el nombre y sin los apellidos, y en los apellidos podemos ver su linaje y hasta podemos tener una cierta idea de hacia donde pinta su futuro.
Ha hablado de derechos humanos, pero sin leer las letras chiquitas. Las que dicen qué derechos humanos le interesan, y cuales no, y eh aquí un importante mito que hay que quitar sobre la figura de AMLO, y anticipo mis disculpas a sus feligreses, que espero no me excomulguen por atacar este dogma de fe.
Andrés Manuel no es nacionalista. Y me explico. El nacionalismo y los derechos humanos se contraponen. Los derechos humanos estandarizan al ser humano, intentan buscar un punto de equilibrio basado en las pretensiones y deseos de los grupos, en cualquier parte del mundo y los generaliza a todos.
En cambio el nacionalismo erige una forma basada en las características propias y necesidades marcadas de un país. Privilegia el bien de sus similares étnicos y culturales, por los del resto del mundo, sin que esto represente una confrontación con el resto del orbe, sino que busca como el padre en sus hijos, que cada quien sea quien debe ser, y alcanzar su propio destino.
Por lo tanto, no puede ser nacionalista este nuevo régimen. No importa lo que Alfredo Jalife y otros medios como el New York Times, y El País, o simpatizantes dentro y fuera de México, quieran hacernos creer. Será lo que sea, menos eso.
Por tal motivo concluimos lo siguiente; Sí a un cambio de régimen, pero ¿A qué régimen nos quieren llevar?
Lo Feo
Y feo al grado de casi nauseabundo es el riesgo que enfrenta ahora la mentada Libertad de Expresión. Primero que nada porque nunca ha sido libre, siempre ha habido un gobierno que la subyugue y la controle.
Siempre ha habido por ahí el gobernador, el presidente, el alcalde, en fin, el hombre de poder que por una parte controle con prebendas a sus allegados, silencie a los dóciles y censure, al grado incluso de ser necesario, eliminar, a sus opositores. Eso siempre ha habido.
Pero ahora existen nuevas estrategias. En redes sociales por ejemplo, se desacredita a todos aquellos que opinen diferente. Se les acusa de prianistas y vendidos, aún si nunca en su vida hayan conocido lo que es cobrar del erario.
Es una nueva maquinaria de defensa del nuevo sistema bastante ya aceitada, no de aurita. Tomó años construirla. Ya lo dijo Gerardo Galaza, juez en el premio Heineken al periodismo de la edición de este año. El panorama para el ejercicio periodístico no parece ser positivo.
Por lo tanto amable lector, es importante hacer la recomendación de los buenos maestros. Retornar a la cultura de la lectura, y no solo medios de comunicación, sino de libros. De historia, de filosofía, y otros, porque la mente crítica los necesita. Porque de lo contrario feo será, que digo feo, ¡horrible!, que al final nos lleven como ovejas al mismo despeñadero, sólo que ahora de la mano de un nuevo pastor.
Gracias.