Las voces que incomodan: las denuncias del 8M que nadie quiere escuchar

Chihuahua, marzo de 2025.- Como cada año, la conmemoración del Día Internacional de la Mujer se convirtió en un grito colectivo de hartazgo. Colectivos feministas salieron a las calles para reclamar su derecho a vivir sin violencia, una lucha que, aunque lleva más de un siglo en pie, sigue sin soluciones definitivas. Las marchas del 8M ya no solo son una protesta, sino también una especie de catarsis colectiva, una válvula de escape para denunciar a quienes han violentado, acosado o abusado de su poder sin consecuencias. Y esas denuncias, aunque silenciosas en el ámbito legal, quedaron escritas con aerosol en muros, vallas y edificios públicos. Los nombres en las pintas: del Congreso al SAT Las paredes hablaron. Y hablaron fuerte. Entre las decenas de denuncias pintadas con spray, resaltaron nombres de figuras públicas que, al parecer, acumulan señalamientos de abuso, acoso o violencia laboral. Entre ellos, aparecieron diputados estatales, funcionarios del Poder Judicial y hasta integrantes del equipo cercano de la gobernadora. Algunos de los nombres escritos una y otra vez fueron:
Óscar Avitia y Francisco Sánchez, diputados estatales.
Noel Pérez, comandante de la Unidad de Búsqueda y Rescate (UBR).
Julio César Valdez Monclova, parte de la avanzada de la gobernadora.
Luis Alonso Domínguez Ramos, director de Estadísticas de la Fiscalía General del Estado.
Enrique Oceguera Islas, funcionario de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal.
Alberto Rodríguez, docente del Conalep 1.
Los jueces Pablo Carmona y Arnold Rubio
Sin embargo, el nombre más repetido en las pintas no fue el de un político ni el de un alto mando policiaco, sino el de un subadministrador del Servicio de Administración Tributaria (SAT) en Chihuahua. «Es un violador y un hijo DSPM» Varias manifestantes, quienes prefirieron omitir sus nombres, señalaron directamente a este funcionario del SAT por violencia laboral, acoso y abuso de poder. Según sus declaraciones, el ambiente dentro de su oficina es de miedo constante, y quienes han intentado denunciarlo han sido despedidos de inmediato. “Es un marrano, no nada más nos grita, nos humilla. Ya ni siquiera las mujeres, también los hombres le tienen miedo. El año pasado, varios compañeros renunciaron porque ya no soportaban la presión. Y no estamos hablando de cualquier trabajo, estamos hablando de perder una plaza federal por culpa de los malos tratos de este tipo», declaró una de las entrevistadas, visiblemente afectada. Los testimonios coinciden: este funcionario insulta, humilla y descalifica a sus subordinados, llamándolos “pendejos”, “inútiles” y “buenos para nada” a plena voz, sin importar quién lo escuche. “Nadie se atreve a denunciarlo. Un hombre lo intentó y lo corrieron en menos de 24 horas. Aquí, lo que él diga, se hace. No hay supervisión, no hay freno. Y la gente se calla porque nadie quiere perder su trabajo”, agregó otra mujer entrevistada. La respuesta de la Fiscalía: sin denuncia, no hay investigación El fiscal fue claro: sin denuncia formal, no pueden hacer nada. Ante la gravedad de las acusaciones plasmadas en las paredes, este medio contactó al fiscal general del Estado, César Jáuregui, para conocer si habrá alguna investigación contra los funcionarios señalados. “Desde el 2022, la gobernadora ordenó que recabáramos todos los nombres que aparecen en las pintas del 8M y los cruzáramos con denuncias en nuestro sistema. Muy pocos han sido denunciados formalmente, y en el caso de figuras públicas, prácticamente ninguno”, explicó Jáuregui Moreno. A pesar de esto, el fiscal detalló que este año al menos 50 nombres de servidores públicos fueron plasmados en las manifestaciones, lo que podría ser un indicio del problema estructural de acoso y abuso de poder dentro de las instituciones. Un problema que todos ven, pero nadie denuncia Mientras las pintas ya han sido removidas de las vallas y edificios públicos, la realidad de las mujeres que las escribieron sigue intacta. “No se trata solo de gritar en una marcha, se trata de que alguien nos escuche. Nos dicen que denunciemos, pero cuando alguien lo hace, pierde su trabajo, su tranquilidad y hasta su estabilidad emocional. Entonces, ¿cómo confías en las instituciones?», finalizó una de las manifestantes. Las denuncias del 8M, escritas en las paredes, siguen siendo las voces que incomodan. La pregunta es si alguna vez dejarán de ser solo tinta sobre concreto y se convertirán en justicia real.
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