Por: Deyanira Trinidad Álvarez Villajuana
¡Auxilio! Estoy a punto del soponcio: ya no aguanto a mi marido, ya no soporto a mi mujer. Camino lento hacia un abismo repleto de emociones encontradas. La famosa etapa de enamoramiento, que en teoría dura dos años, concluyó, y de abrupta manera. El príncipe es más bien como Shreck, y la princesa, es toda una Fiona. El idealismo que envuelve la etapa del endorfinamiento, por aquello de la liberación masiva de endorfinas o sustancias del placer, bienestar, causantes de con todo respeto, las mayores estupideces de la raza humana en materia de elección de pareja, ha cesado. El novio, literalmente no-vio, y la novia tampoco. Ambos, dejaron de ver lo que hacían y se lanzaron a la aventura del matrimonio, sin reflexionar, con sabiduría, pues emoción sin razón es sinónimo de catástrofe, pero lo anterior sin la ayuda y guía de Dios, es la crónica de un fracaso anunciado.
Ella, era Peni, por aquello de las peni-tas que siempre traía colgando a cuestas. Al parecer, era una joven con ciclotimia, una especie de vulnerabilidad biológica, que no estaba bajo su control, y que era la forma leve del conocídisimo y con muy mala e inexacta publicidad hollywoodense: trastorno bipolar. Peni, contaba con una inteligencia elevada y capacidad de razonamiento intacta, de hecho, envidiable, pero era más sensible que el promedio. Ella, no alucinaba, ni mal interpretaba, sino que veía hasta los mínimos detalles, siendo una perito natural, objetiva, enfocada, pero reaccionaba de manera gigantesca ante pequeños rasguños de vida. Su piel, era de mariposa. Ella lo sabía, no le gustaba que así fuera, pero no podía cambiar su biología, simplemente era así. Debía aprender a vivir en un mundo con personas normales o neurotípicas, quienes no sentían tanto, y, de hecho, casi ni sentían…
Con el corazón destrozado y sangrando, Peni, quien estaba casada y también cansada de ciertas conductas que no entendía, tras una noche de oración cayó en la cuenta de que estaba buscando en un humano, de hecho, exigiendo sin ser esa su intención, el amor que sólo Dios puede dar. Reflexionó y con sabiduría divina (tras leer la palabra de Dios), entendióque nadie es perfecto: ni él, ni ella. Y que lo más que podían hacer como seres humanos imperfectos pero perfectibles, era aprender a comunicarse en el lenguaje del amor, que llenaba el tanque del otro, y dejar de centrarse en ellos mismos. Ambos, egocéntricos, inmaduros, y él tosco, no expresivo, terco al más puro estilo norteño, con tendencia a cerrarse dentro de él cuando ella expresaba sus sentimientos. Ella, quien tenía los sentimientos a flor de piel, sentía su cerrazón y falta de comunicación, como una violencia extrema digna de denuncia. Sí, a ese nivel. Quizá parezca “gracioso”, por lo desproporcionado que es, pero en el momento, era una realidad vívida, concreta, tangible y que dolía a morir, según sus propias palabras. Él no entendía, no sabía cómo tratar a su vaso frágil, a la décima potencia, ni ella cómo no sentir a la misma potencia todo lo que él hacía o dejaba de hacer. Gran reto, sólo digno de un Dios Todopoderoso, que restaura y con mayor predilección, aquello conocido como “imposible”. Peni, decidió tomar en serio aquello de los lenguajes del amor que un reconocido Doctor de apellido Chapman, concretó en cinco tipos, tras décadas de brindar consejería de pareja y familiar. Los cinco lenguajes del amor a practicar, para derribar los dos lenguajes del desamor, los cuales se abordarán con posterioridad, son los siguientes:1. Palabras de afirmación: reconocimiento verbal, palabras de aprecio y edificación de las cualidades de la pareja. Son aquellas palabras honestas, empáticas, inspiradoras, quetransmiten valor, seguridad y confianza al ser amado.2. Actos de servicio: acciones concretas a favor de quien se ama. Son aquellas cosas que se hacen porque sabemos que a la persona amada le gusta, aunque a uno no tanto. Un varón puede cocinar, limpiar la casa, si sabe que con ello contribuirá de forma equitativa ayudando a su mujer, y ella, puede ayudarle en algún proyecto laboral o académico a él, sin por ello, “violar los géneros”, ya que ambos son personas, y pueden ayudarse mutuamente si así lo consienten. Este tipo de amor, expresa respeto a lo que el otro valora.3. Toque físico: Este lenguaje de amor incluye desde el sexo hasta una simple caricia, tomarse de las manos, un masaje, abrazarse, sentarse juntos a leer un libro. Tanto el varón como la mujer, deben estar disponibles para amarse de esta forma, ya que, sin contacto físico, no hay matrimonio como tal, sino hermandad, y qué aburrido…La llama, siempre debe estar encendida, porque si no, alguien más la encenderá, y ¿para qué llegar a esos extremos, si se pueden prevenir?4. Regalos: no importa el costo, sino el detalle, la acción de estar pendiente del ser amado. Implica notas, mensajes, flores, llamadas, y por supuesto, estar pendiente de todas las necesidades expresadas y no, del ser amado. La capacidad de observación es fundamental. Al aprender a callar, así como a escuchar y observar, se logra conocer mucho a una persona, y al hacerlo, se detectan los gustos que, si se traducen posteriormente en detalles o regalos, el tanque siempre estará lleno, y con ello, la satisfacción aumentará dentro de la relación. 5. Tiempo de calidad: este lenguaje es fundamental, ya que puede estarse bajo el mismo techo, pero desconectados emocionalmente, y ello de nada sirve. Sin celulares, computadoras, ni artefacto alguno que se entrometa, pasar tiempo de calidad, es mirar a los ojos, estar presentes el uno con el otro, con atención plena, generándose un sentido de unión, un vínculo que inclusive va más allá del tener que hablar. Con la mirada, se dice mucho, escuchando con atención, se demuestra amor. Las conversaciones de calidad, que ayudan a expresar de forma genuina: pensamientos, sentimientos, frustraciones y deseos con respeto y escucha atenta, marcan la diferencia en cualquier vida.
Los cinco lenguajes anteriores sirven para dar jaque mate a dos lenguajes del desamor. Éstos son el egoísmo o egocentrismo (de naturaleza similar), y la falta de fe. La palabraegoísmo o egocentrismo, como tal, proviene del latín ego, que significa ‘yo’, y se compone con el sufijo -ismo, que indica la actitud de quien solo manifiesta interés por lo propio. Una persona egocéntrica carece de un buen nivel de empatía, y, por ende, se le dificulta “ponerse en los zapatos de los demás” (quitándose primero los de él mismo), creyendo que todos buscan o deberían buscar lo que dicha persona, llegando a tomar incluso justificaciones religiosas para apuntalar sus argumentos. Dios mismo dice en su palabra: “Sométanse los unos a los otros”, y esto implica que, sin importar el género, el sometimiento mutuo, la humildad, y el ver al otro u otra como superior, es un ejercicio continuo, de respeto, y la máxima expresión del amor traducida en jaque al rey del desamor. Pero el jaque mate llega cuando las parejas aprenden a tener fe en Dios, independientemente de que no tengan tanta fe en sí mismos, pues la han “regado” tantas veces que la planta ha crecido hasta ser una selva particular. Cuando se tiene fe en Dios, se entiende, que todo siempre obra para el bien de quienes le aman, y que las complicaciones dentro del matrimonio, conducirán a su tiempo, a generar un mayor brillo y calidad, a esa perla de gran precio que, tras el dolor producido por el agente extraño dentro de sí, segrega conchiolina en forma de llanto continuo, pero al secarse, llega a ser la materia prima de la bella perla. La perla del amor en un matrimonio que si bien, jamás será perfecto, si es el mayor de los regalos que Dios dio al ser humano, y requiere de una gran disposición para dejarse moldear, siendo el principal campo de batalla formativo para verdaderos guerreros y guerreras. Quien sobreviva a un matrimonio, puede hacerlo a todo en la vida. Vivamos para amar, hablemos los cinco lenguajes a diario, cayendo en la cuenta de que sólo la práctica hace al maestro, y demos jaque mate y de “pastorcito” a los lenguajes del desamor, desde su primera aparición y para siempre. La constancia en la práctica, nos dará la victoria. Y recuerda: para los seres humanos puede ser “imposible” la restauración de tu matrimonio, pero para Dios, todo es posible.
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